El esplendor de Cartago en sus ojos
Miles y miles de millas de lejanía.
Un ejército al asedio de algún castillo
En el desierto, en el enigmático mar desierto.
Una figura que aun, no se me figura.
El inmenso horizonte en su apogeo disimula.
Un vació sin llenar, repleto de hastió
Y una ilusión como estrella en el camino.
De barro o costilla y un soplo divino
De voz cálida, de rosas mejillas
De tez y rizos pincelados precisos
De imponente presencia y sutil bravura.
¿Andarás surcando entre flores la antigua Babilonia?,
¿Sobre cemento en alguna ciudad capitalina?,
¿En algún pueblo a la vera del camino?,
¿O quizás y simplemente, solo habita en mí ese amorío?
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