Dibujaste con tu dedo mi sonrisa, y luego sonreíste dando vida a tu dibujo.
No quedo un enojo, no quedo siquiera un mal recuerdo; con esa facilidad para el encanto, con esos ojos enternecidos, que son tus armas mas preciadas, descontando el sexo, que dibujas con tu cuerpo, y que luego cobra vida, en un suspiro que se pierde en lo profundo de un gemido. Y tú haces arte. Con cada fragmento de tu ser, desenfundas los anhelos, las nostalgias que por el aire escapan de la vista, no de tus ojos, que adormecidos me seducen, y yo me rindo, porque así gano, porque así solo se que gano, y tu me tienes y yo te tengo; pero tú haces arte. Con tu vientre fundas un lecho a mis antojos, y me adormeces como a un niño agotado, agotado de tus senos que son el fruto de alimento. Y tú haces arte. Con tus labios besas el silencio de mis suspiros mientras duermo, y yo los siento mientras sueño, son tus besos el camino a un abismo, y yo camino. Pero tú haces arte. Ese abismo en el que caigo es tu silencio, que late como mi corazón en tu pecho.
Y tu piel es la manta que me envuelve, la sinuosa manta que cubre mi cuerpo perplejo centímetro a centímetro en un abrazo. Y tú haces arte. Y no hay lamentos. No dejas un enojo, siquiera un mal recuerdo.